Sólo Dios puede darle autoridad a una persona, y es él quien les ha dado poder a los gobernantes que tenemos. Por lo tanto, debemos obedecer a las autoridades del gobierno.
Quien no obedece a los gobernantes, se opone a Dios.
Porque los que gobiernan no están para meterles miedo a los que se portan bien, sino a los que se portan mal. Si ustedes no quieren tenerles miedo a los gobernantes, hagan lo que es bueno, y los gobernantes hablarán bien de ustedes.
Porque ellos están para servir a Dios y para beneficiarlos a ustedes. Pero si ustedes se portan mal, ¡pónganse a temblar!, porque la espada que ellos llevan no es de adorno.
Así que ustedes deben obedecer a los gobernantes, no sólo para que no los castiguen, sino porque eso es lo correcto.
Los gobernantes están al servicio de Dios, y están cumpliendo un deber. Por eso pagan ustedes sus impuestos.
Así que páguenle a cada uno lo que deban pagarle, ya sea que se trate de impuestos, contribuciones, respeto o estimación.